Bienvenidos

Pocas cosas tienen tanta importancia como creemos

domingo, 18 de julio de 2010

LA TERMINAL

El viernes actué en Palma de Mallorca y ayer sábado volví a disfrutar de una de esas escenas memorables de terminal de aeropuerto.
Nunca he entendido la afición de la gente por hacer cola en cualquier sitio. Agustín Jiménez y yo, mientras trabajábamos en la Expo 92 de Sevilla nos divertíamos empezando una cola ficticia en cualquier  lugar Uno se ponía delante, el otro detrás, y al poco tiempo ya había 15 ó 20 personas en fila esperando a que se abriera aquella puerta (que solía ser una salida de emergencia o un acceso de servicio). Recuerdo que en el Pabellón de Chile llegaron a juntarse casi 200 personas detrás de nosotros. Luego te marchabas tranquilamente y allí se quedaban. Lo mejor de todo fue que nadie nos preguntó JAMÁS qué hacíamos allí o para qué estábamos esperando. Se ponían detrás y listo.




Pero ayer no estaba en la Expo 92 sino en Palma de Mallorca. ¿Hay algún lugar más absurdo para hacer cola que la sala de embarque de un aeropuerto? Nadie va a quitarte tu asiento, lo tienes garantizado. Ya has facturado, sólo tienes que enseñar tu tarjeta de embarque y tu DNI y acceder al avión. Aún así, rápidamente se organizó la fila: tres, cuatro, diez, veinte... La gente empezó a ponerse nerviosa porque el avión llevaba algo de retraso. Saqué mi cuaderno y empecé a tomar nota de todo lo que veía para que mi memoria no me traicionara. Cuando escribí las primeras frases ya llevábamos esperando cerca de una hora. Con cada demora, resoplidos, protestas, ejercicios para desentumecer las articulaciones... Pero nadie abandonaba su puesto: morirían con las botas puestas, como el Séptimo de Caballería. Se anunció otro retraso de media hora, pero todos permanecieron firmes. Supongo que cuando llevas tanto tiempo haciendo el tonto es difícil asumirlo.
Un matrimonio mayor intentó colarse  hasta tres veces por tres sitios distintos, pero la formación resistió y repelió sus ataques. Apareció la típica supermamá con dos niños inquietos y molestos; de esos que no dan el coñazo a su madre para que no los castigue pero sí a todos los demás pasajeros. Cerca de mí una chica muy guapa con el rímel corrido por haber llorado. Sonó su teléfono; contestó. Primero, expresión incierta, después alegría y risas y por último más lágrimas y cara de no comprender la situación. Mala pinta...
La cola llegó hasta mi asiento. Hacía mucho calor y la espera estaba resultando interminable así que algunos pasajeros empezaron a ocupar los asientos que les permitían mantener el orden de la fila. Una señora insoportable me preguntó:

- ¿Eres el último?
- No, no estoy en la fila.
- Si estás en ese asiento tienes que estar en la fila.
- No. Llevo aquí sentado más de hora y media.
- Entonces eres el último; me pongo detrás de ti.
- NO. Ya le he dicho que no estoy en la fila; me da igual entrar dentro de cinco minutos o de siete.
- Si no estás en la cola tienes que dejarle ese asiento a otra persona.

Ese momento de tensión fue interrumpido por una azafata de la compañía que anunció a través del micrófono un cambio de puerta. ¡Jajajajajajajaja! ¡Tanto esperar para nada! ¡Horror! ¡Histeria! Estampida de pasajeros cargando con las maletas, la supermamá tirando de sus hijos como si fueran fardos de lana, personas saltando por encima de los equipajes, carreras, resbalones... Yo me lo tomé con calma y acabé de escribir esto. ¿Sabéis qué? Cogí mi avión con tres horas de retraso; como todos los demás.

¿Qué demonios le pasa a la gente?

1 comentario:

  1. Los momentos terminal finalmente son inolvidables, pero son siempre iguales ¿no crees?, Avion retrasado, Vieja coñazo, Vuelo cancelado, y en tu caso dos muchachos se percatan de quien eres y te hacen firmar un autografo a una hermana que en realidad es tia jaja , encantado Mr. Solo

    ResponderEliminar