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Pocas cosas tienen tanta importancia como creemos

domingo, 29 de enero de 2012

TAL CUAL

Una amiga de la familia ha fallecido este fin de semana; tristes y muy dolorosos los últimos días de su vida. Ha demostrado gran valor y entereza para afrontar una sentencia de muerte segura: ELA. Una enfermedad extraña y compleja para la que no existe cura y que, tarde o temprano, se lleva a todos aquellos que toca con su garra helada. En su caso, fue fulgurante. Se lo diagnosticaron la primera semana de octubre y hasta aquí ha tenido fuerzas para luchar. Pocos días antes de morir, ella recordaba junto a mi madre que la última cosa que había podido hacer, una vez le diagnosticaron la enfermedad, fue ir a ver La cena de los idiotas con Agustín Jiménez y conmigo en el papel de anfitrión. Lo disfrutó mucho, se rió y durante dos horas conseguimos que se olvidara de su terrible enfermedad.
Cuando me lo contaron, me emocioné.
Amigos míos no han entendido nunca cómo puedo soportar los insultos gratuitos en mi colaboración semanal de Marca. Pues porque son cuatro frustrados que encuentran amparo en el anonimato y que lo único que buscan es algo de notoriedad para sus tristes vidas. Porque, por cosas como la que os acabo de importar, me importan una mierda sus insultos. 
Me gusta pensar que con mi humor contribuyo a que algunas personas sean un poco más felices.

lunes, 16 de enero de 2012

Un rostro anónimo

Dedicado a millones de personas que no tienen nombre.

El sábado volvía en el AVE de actuar en el teatro Quintero de Sevilla. Al otro lado del pasillo se sentaron dos mujeres; una de ellas parecía bastante enferma pero sonreía, su acompañante se esforzaba en devolverle la sonrisa con dulzura, pero su rostro estaba ajado y cansado... Debía de tener unos treinta y tantos años pero su aspecto era el de alguien mucho mayor... Me hizo reflexionar sobre todas esas personas buenas que se sacrifican para ayudar a los demás; no me refiero a religiosos ni a miembros de ninguna ONG, sino a esos millones de seres humanos que renuncian a todo por acompañar a un padre anciano o para hacerse cargo de un ser querido que sufre... El sacrificio suele ser enorme; hasta el punto de que sus vidas se convierten en un apéndice de la de las personas que cuidan, siendo su atención el único motor de su existencia. 
El sábado, en el AVE, me di cuenta de que junto a alguien que sufre suele haber un rostro demacrado que acepta su dolor en silencio. 
Por amor. 
Recordadlo la próxima vez que alguien trate de convenceros de que el ser humano es egoísta por naturaleza.

lunes, 2 de enero de 2012

2011

¿2.011 ha sido bueno o malo? Depende (una gran respuesta, ¿no?) de si lo considero de forma particular o en el conjunto de la sociedad. Estoy harto de análisis del segundo tipo así que me limitaré a hablar de mí, que para eso tengo este blog. Para Juan Solo, 2.011 ha sido un año que ha aportado cosas muy buenas, grandes logros profesionales, y un año que ha traído cosas muy malas; grandes decepciones profesionales. 

Haciendo memoria recuerdo que el primer cuarto del año viví intoxicado por las palabras de Robert McKee (para el que quiera saber a qué me refiero indico aquí las dos entradas de mi blog que hacen referencia al maestro del guión: La comedia en EspañaLo importante es el camino): aquella sentencia suya de "no dejes que venza la mediocridad" despertó en mí una serie de sentimientos encontrados que provocaron un período de zozobra y de "yo contra el sistema" que me hizo sufrir bastante a nivel personal (aunque mereció la pena). Esto se combinó con tres estupendos meses de SOLO EN CASA en el teatro Galileo en compañía de Dimitri Kirilenko, el muñeco bielorruso. 
En el segundo trimestre, la tempestad interna que se había desatado en mi cabeza fue calmándose, lo que me proporcionó la paz que necesitaba y que tanto me costó conseguir un par de años atrás. En mayo cerré una estupenda temporada en el teatro Galileo lo que me permitió asegurarme una tercera, presenté un concurso de monólogos en la 10 de tv y sufrí un cólico nefrítico, algo nuevo para mí y que no deseo a nadie.
El verano me llevó de un lado a otro; fue una etapa agitada y productiva, con la que me divertí mucho. Todo culminó con la obtención de mi papel en La cena de los idiotas; afronté un riesgo tremendo al verme obligado a estrenar la segunda temporada en Madrid sin poder ensayar con la compañía más que una tarde, un día antes del estreno, ya que ellos se encontraban de gira. Afortunadamente, fueron unos grandes compañeros y todo salió bien. 
Durante el último trimestre del año compaginé La cena de los idiotas con la vuelta al teatro Galileo de SOLO EN CASA en su tercera temporada. Viví momentos gloriosos sobre ambos escenarios. Josema Yuste enfermó y durante una semana le sustituí en todas las funciones, algo que me sirvió para obtener el reconocimiento general a mi trabajo; para mí supuso un gran triunfo ya que, aunque lleve siete años tratando de hacer reír al público, mi carrera de actor siempre ha sido lo primero en mi lista de prioridades y por ello me licencié en Arte Dramático por la RESAD.
Era feliz hasta el día 18 de noviembre; esa mañana, una llamada telefónica lo truncó todo y sólo pude hacer cuatro funciones más de La cena de los idiotas. Quince días después de aquello, me informaban de que el teatro Galileo afrontaría una profunda remodelación que cerraría sus puertas, hecho que me impediría continuar con las representaciones de SOLO EN CASA más allá del 30 de diciembre. En tan sólo dos semanas, mi felicidad se transformó en una pesadumbre abrumadora.

Lo único que se ha mantenido inalterable durante este viaje en montaña rusa que ha supuesto el 2.011 ha sido mi colaboración semanal en Marca.com, ya que el programa de radio en el que había trabajado durante 11 años también acabó de forma abrupta e injusta a finales de agosto.
En resumen; he vivido momentos de gran satisfacción personal y otros muy distintos en los que me he visto derrotado por fuerzas mayores que yo y contra las que no he podido luchar, ni tan siquiera oponer resistencia. 
De todo ello, me quedo con mi predisposición para salir adelante y el convencimiento de que todo no es más que una ilusión; por mucho que creamos que sujetamos las riendas de nuestro destino, la vida no es más que un potro desbocado capaz de tirarnos de la silla a la menor oportunidad.
¿Qué me depara 2.012? Ni idea. Espero que cosas buenas, pero habrá de todo, no lo dudéis. Yo escogí esta profesión; si hubiera querido tener el futuro asegurado me habría dedicado a la política. :) 
FELIZ 2012 a todos y mucha suerte.