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Pocas cosas tienen tanta importancia como creemos

lunes, 16 de enero de 2012

Un rostro anónimo

Dedicado a millones de personas que no tienen nombre.

El sábado volvía en el AVE de actuar en el teatro Quintero de Sevilla. Al otro lado del pasillo se sentaron dos mujeres; una de ellas parecía bastante enferma pero sonreía, su acompañante se esforzaba en devolverle la sonrisa con dulzura, pero su rostro estaba ajado y cansado... Debía de tener unos treinta y tantos años pero su aspecto era el de alguien mucho mayor... Me hizo reflexionar sobre todas esas personas buenas que se sacrifican para ayudar a los demás; no me refiero a religiosos ni a miembros de ninguna ONG, sino a esos millones de seres humanos que renuncian a todo por acompañar a un padre anciano o para hacerse cargo de un ser querido que sufre... El sacrificio suele ser enorme; hasta el punto de que sus vidas se convierten en un apéndice de la de las personas que cuidan, siendo su atención el único motor de su existencia. 
El sábado, en el AVE, me di cuenta de que junto a alguien que sufre suele haber un rostro demacrado que acepta su dolor en silencio. 
Por amor. 
Recordadlo la próxima vez que alguien trate de convenceros de que el ser humano es egoísta por naturaleza.

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