No tengo olvidado el blog, ni mucho menos. Simplemente, no he tenido nada interesante que decir desde el último post. Creo que todos ganaríamos bastante si la gente se quedara calladita cuando no puede aportar nada de utilidad (que nadie intente buscar una crítica personalizada; va dedicada al ser humano, en general).
El mes de febrero suele ser muy intenso para mí; ignoro el motivo pero hasta donde me alcanza la memoria siempre me ha traído grandes alegrías o grandes penas. Sin embargo, este mes no me ha aportado nada reseñable en lo personal (es uno de esos de... "no me puedo creer que ya estemos a 22 de febrero") pero sí ha traído grandes alegrías a muy buenos amigos míos y me alegro por ellos; con eso me basta. Allá donde miro veo compañeros triunfando en lo personal y lo profesional: bebés, futuros bebés en camino, matrimonios, futuros matrimonios, proyectos de televisión, programas de radio, éxitos en los escenarios, libros...
Y en este último apartado figura una de esas personas cuyo corazón sólo es comparable a su apetito voraz por los macarrones: Martín Piñol y su novela "Una de vampiros". La semana de su estreno ha sido el segundo libro más vendido en Cataluña. Yo me la he leído y os la recomiendo.
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