La memoria es una amiga infiel, siempre dispuesta a traicionarnos.
Una experta en perfumes me aportó un término que desconocía: "le sillage". Le sillage es el rastro, la traza... Aquello que queda cuando la fragancia comienza a desvanecerse. Como la estela que deja un barco; un recuerdo breve de su paso junto a nosotros...
Me gusta el término; metafóricamente, ocurre lo mismo con las personas y las situaciones. Cuando las vives parece que nunca podrás olvidarlas pero, poco a poco, la memoria va borrando y añadiendo a su antojo hasta que los límites de lo cierto y lo imaginado se difuminan, aunque dejan en ti una impresión sensorial inconfundible y, dependiendo de la intensidad de la experiencia, indeleble.
Hace poco, alguien mencionó una conversación sobre árboles. Fue un momento maravilloso pero había quedado aparcado en algún lugar de la mente; nada más mencionarla, la reviví con absoluta nitidez. Parecía que acabara de producirse y ya habían transcurrido tres años desde que tuvo lugar.
Me encanta viajar; a veces, cierro los ojos y con la imaginación regreso a lugares exóticos que he visitado, algunos de ellos sobrecogedores por su belleza. De entre todas, mi imagen favorita es la de "el ojo de la ballena".
Yo estaba de pie, sobre una barca de madera con mi cámara en la mano y bajo el agua, una ballena franca austral rascaba su lomo contra la quilla. El movimiento era amistoso, incluso dulce, pero la barca se zarandeaba y yo con ella. En ningún momento percibí peligro; tan solo una enorme excitación por poder observar a aquel enorme titán de quince metros de longitud a menos de un palmo bajo mis pies. Entonces lo vi; descubrí un gigantesco ojo que me observaba bajo el agua. Me perdí absorto en su contemplación y el mundo entero desapareció engullido por aquella negrura, en un instante. Ese prodigio de la Naturaleza y yo conectados por una mirada... Percibí su nobleza, su inmensidad, la grandeza del momento y un millar de cosas más que no puedo explicar. Disparé mi cámara y recé para que, cuando revelara el carrete, apareciera allí algo más que la cubierta de la barca o un manchurrón informe bajo el agua.
Esto es lo que conseguí.
El triángulo blanco que se ve en la esquina inferior izquierda es el borde del bote: si seguís la silueta de la cabeza bajo el agua, encontraréis el ojo. Una experiencia sublime.Le sillage... El rastro, el recuerdo de una tarde de verano en una terraza, de un vestido al amanecer, de una ballena en Puerto Madryn, de una noche bajo las estrellas, de un café en una estación... Recuerdos que el tiempo irá adaptando pero nunca desaparecerán.
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