Los españoles nos regimos por nuestras propias normas, que ni siquiera conocemos. Hacemos lo que consideramos que es justo en cada momento, ya sea en beneficio del interés general, del nuestro en particular, o en perjuicio de todos (algo muy común también).
Para la mayoría de pueblos del mundo esa actitud es una atrocidad pero... aquí seguimos. Aún no nos hemos extinguido, aunque parezca un milagro.
Claro, que eran otros tiempos: esa época, no muy remota (6 años), en la que aún no éramos campeones del mundo ni en fútbol ni en baloncesto, ese ayer reciente en el que los informativos de algunas cadenas llegaban a hacer andamiaje verbal: "el combinado del estado español" llegué a escuchar en Cuatro para referirse a la selección...
Eran otros tiempos... Ahora ganamos, ahora podemos ser españoles.
- ¿Y el día en que se acaben los triunfos?
- ....
¡Qué risas nos echamos a costa de Grecia! Porque nosotros no éramos como ellos. ¡No, aquí no había corrupción en política, ni los bancos estaban levantados sobre cimientos de barro...! No, nosotros éramos pobres pero con chispa. Éramos mejores.
Y así se comprende que un país como el nuestro, pionero en el mundo con el movimiento 15M, se cruce de brazos ante continuos casos de corrupción, así se puede imaginar que la suplencia de Iker Casillas se haya convertido en debate nacional y que algunos se atrevan a silbarle en su propio campo después de una carrera inmaculada (a Villa le pasó lo mismo anoche después de volver al Nou Camp), así se entiende que seamos los únicos que "disfrutarán" de una edición 15ª de Gran Hermano y así se concibe que seamos el principal país del mundo en donación de órganos.
En su día, EEUU buscó nuestro consejo para mejorar su sistema y a principios de verano, una delegación del Ministerio de Sanidad de Alemania y de la
organización alemana de trasplantes (DSO) visitó nuestro país pidiendo ayuda desesperada para lograr reorganizar su sistema de donación y trasplantes que era la vergüenza a niviel mundial. Allí, en el buque insiginia de Europa, uno de esos lugares desde los que suelen mirarnos con condescendencia, la tasa de donación es ridícula y los escándalos de tráfico de órganos están a la orden del día. Los ricos tienen lo que necesitan, y si no, lo compran. Los pobres...
Sí, ésta también es España. Ejemplo de solidaridad a nivel mundial. Donamos órganos, nos volcamos ante cualquier desgracia... Seguramente tampoco lo entiendan. ¿Los españoles? ¿Esa gente rara que duerme la siesta..? Desde mi punto de vista, esa es la clave (junto a la economía sumergida) para comprender cómo esta crisis voraz no ha acabado dinamitando nuestro país: La solidaridad, la ayuda al hermano, familiar o vecino que lo están pasando mal. Porque aquí, donde comen dos, comen tres.
En España, si las cosas te van mal, no faltará quien te eche una mano. Ahora, amigo mío, como te vayan bien... Entonces date por jodido.