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Pocas cosas tienen tanta importancia como creemos

jueves, 29 de agosto de 2013

SOMOS DIFERENTES

Pues sí, al final sí va a ser verdad eso de que "Spain is different".   

Los españoles nos regimos por nuestras propias normas, que ni siquiera conocemos. Hacemos lo que consideramos que es justo en cada momento, ya sea en beneficio del interés general, del nuestro en particular, o en perjuicio de todos (algo muy común también).
Para la mayoría de pueblos del mundo esa actitud es una atrocidad pero... aquí seguimos. Aún no nos hemos extinguido, aunque parezca un milagro.
 
En una ocasión se me ocurrió afirmar que España era la organización a través del caos y me llamaron rojo. Poco antes me habían tildado de facha por defender exactamente lo mismo en una actuación. Aquí, cuando alguien no está de acuerdo contigo, te insulta. Es más fácil que razonar.
Claro, que eran otros tiempos: esa época, no muy remota (6 años), en la que aún no éramos campeones del mundo ni en fútbol ni en baloncesto, ese ayer reciente en el que los informativos de algunas cadenas llegaban a hacer andamiaje verbal: "el combinado del estado español"  llegué a escuchar en Cuatro para referirse a la selección...
Eran otros tiempos... Ahora ganamos, ahora podemos ser españoles.
- ¿Y el día en que se acaben los triunfos?
- ....

¡Qué risas nos echamos a costa de Grecia! Porque nosotros no éramos como ellos. ¡No, aquí no había corrupción en política, ni los bancos estaban levantados sobre cimientos de barro...! No, nosotros éramos pobres pero con chispa. Éramos mejores.

Y así se comprende que un país como el nuestro, pionero en el mundo con el movimiento 15M, se cruce de brazos ante continuos casos de corrupción, así se puede imaginar que la suplencia de Iker Casillas se haya convertido en debate nacional y que algunos se atrevan a silbarle en su propio campo después de una carrera inmaculada (a Villa le pasó lo mismo anoche después de volver al Nou Camp), así se entiende que seamos los únicos que "disfrutarán" de una edición 15ª de Gran Hermano y así se concibe que seamos el principal país del mundo en donación de órganos.
En su día, EEUU buscó nuestro consejo para mejorar su sistema y a principios de verano, una delegación del Ministerio de Sanidad de Alemania y de la organización alemana de trasplantes (DSO) visitó nuestro país pidiendo ayuda desesperada para lograr reorganizar su sistema de donación y trasplantes que era la vergüenza a niviel mundial. Allí, en el buque insiginia de Europa, uno de esos lugares desde los que suelen mirarnos con condescendencia, la tasa de donación es ridícula y los escándalos de tráfico de órganos están a la orden del día. Los ricos tienen lo que necesitan, y si no, lo compran. Los pobres...

Sí, ésta también es España. Ejemplo de solidaridad a nivel mundial. Donamos órganos, nos volcamos ante cualquier desgracia... Seguramente tampoco lo entiendan. ¿Los españoles? ¿Esa gente rara que duerme la siesta..?  Desde mi punto de vista, esa es la clave (junto a la economía sumergida) para comprender cómo esta crisis voraz no ha acabado dinamitando nuestro país: La solidaridad, la ayuda al hermano, familiar o vecino que lo están pasando mal. Porque aquí, donde comen dos, comen tres. 

En España, si las cosas te van mal, no faltará quien te eche una mano. Ahora, amigo mío, como te vayan bien... Entonces date por jodido. 




lunes, 31 de diciembre de 2012

Se acaba 2012

Pues sí, se acaba 2012,  lo cual quiere decir que el mundo sigue enterito (aunque hecho unos zorros).
Toca recapitular; ¿qué me ha aportado este año que ahora termina? ¿Ha sido bueno? ¿Malo?
En lo laboral he vivido un par de momentos dolorosos, uno a principios de año y otro a finales, pero he sido capaz de superarlos ambos y de extraer conclusiones positivas así que, bien por mí.
Por lo demás, 2012 me ha aportado varios triunfos:
  • Grabé mi noveno monólogo para Paramount Comedy, "ROBOLETO"
  • Estrené el espectáculo de teatro "NOS LA SOPLA NOSTRADAMUS" junto a Agustín Jiménez; era algo novedoso y distinto que nunca se había hecho en España y que no todos supieron aceptar en un principio, especialmente los defensores a ultranza de los monólogos. Pero una vez superado el shock inicial, el espectáculo funcionó muy bien y logramos alabanzas de público, cómicos, actores, productores y directores teatrales. Fue un error no renovar.
  • En el mes de diciembre he estrenado un espectáculo nuevo en La Chocita del Loro de Gran Vía,  "CURSO PARA LIGAR", un monólogo sobre el arte de la seducción y, viendo cómo se está comportando, creo que permanecerá en cartel mucho tiempo. 
  • En septiembre arrancó el programa de radio YU:NO TE PIERDAS NADA en Los 40 Principales, presentado por Dani Mateo. Pocas veces he disfrutado tanto con un trabajo como allí lo estoy haciendo. Doy vida a dos personajes: Óscar Antares, el vidente uruguayo, y Wang Cho, un chino emprendedor que vive en España. 
  • He continuado con mi video blog en Marca.com, un vehículo para sacar una sonrisa al mundo del deporte (aunque muchas veces haya que andarse con pies de plomo).
  • He escrito la adaptación de una obra de teatro francesa "UN MATRIMONIO FELIZ", que se estrenará en abril de 2013 con Antonio Garrido y Agustín Jiménez como protagonistas y en la que, además de como autor de la versión, también figuraré como actor.
Por lo tanto, en lo laboral, el balance ha sido muy positivo.

En el terreno personal ha habido momentos fantásticos y tragos dolorosos y amargos: he fortalecido lazos con algunas personas; cuando lo he necesitado, buenos amigos me han demostrado que lo eran; he recibido la noticia (la mejor de todas) de que mi madre había superado definitivamente el cáncer que padecía; he conocido a personas únicas, de ésas que merecen la pena y que (si no soy un estúpido) jamás debería dejar escapar; he sufrido decepciones inesperadas y alguna otra que no lo ha sido tanto, (pero me vais a permitir que los detalles me los guarde para mí) y he vivido con preocupación las noticias sobre el ERE en Telemadrid, donde mi hermano llevaba trabajando los últimos nueve años como operador de cámara.

Y hay un último capítulo: en junio acabó House y lo hizo por todo lo grande. No defraudó. Lo echo de menos y fue un enorme placer poder asistir al concierto de Hugh Laurie en Madrid, un mes después. Durante dos horas, dio una lección soberbia de saber estar sobre un escenario. Fue mucho lo que aprendí, viéndole, aquella noche.


Mi propósito para 2013 es muy sencillo; seguir trabajando, centrarme en lo positivo, disfrutar de las personas que quiero y procurar llevar una conducta honesta (cada vez me indignan más quienes viven rodeados de mentiras y medias verdades). 

Espero que 2013 os vaya bonito.

jueves, 22 de noviembre de 2012

LACAYOS Y LAMECULOS

Nunca me he tenido por un valiente.
Pero tampoco soy un lameculos.
Me he topado con muchos lameculos en mi vida y estoy seguro de que vosotros también. Incluso, por pura estadística, más de un lameculos estará leyendo esto pero no se sentirá mal porque casi nunca reconocen que lo son. ¿Os imagináis que alguien os dijera en serio: "hola, me llamo Manuel y soy un gilipollas"? Tampoco es fácil encontrar a nadie que te diga: "hola, soy un lameculos, una persona de la que no te puedes fiar, que se alejará cuando no pueda sacar nada de ti, traicionero, cobarde y miserable; un mierda, en definitiva".
Para los demás, es muy fácil reconocer a un lameculos; para justificar sus actos siempre tienen a mano tres de sus frases favoritas: "hay que ser listo" , "lo hace todo el mundo"  o la variante "todo el mundo va a lo suyo".

Ser un lameculos es una opción tan válida como cualquier otra pero no nos lo intentes vender como algo noble o digno; eres así y no tienes remordimientos por ello. Muy bien por ti.
Son supervivientes, plantas trepadoras que necesitan un buen muro sobre el que apoyarse; peces de media profundidad, que nadan lejos de la oscuridad del fondo o de los peligros de la superficie, reptiles que saben acercarse al sol que más calienta.

Es difícil ver brillar a un lameculos pero nunca faltará un plato de sopa caliente en su mesa porque "hay que ser listo" y "todo el mundo va a lo suyo".
No, amiguitos, no; no todo el mundo va a lo suyo. Hay personas que se sacrifican por sus ideales o por aquellos que les rodean; hay seres humanos altruistas, bondadosos y generosos que ayudan cuando no pueden o tienden una mano a aquellos de los que no esperan obtener nada a cambio.

Los poderosos también saben quiénes son los lameculos y les encanta su adulación. Disfrutan bajándose los pantalones y diciendo; mira, chaval, qué nalgas más sonrosadas. Dame un buen lamentón y te haré sentir importante por un rato.
Y se lo lamerán. Con gusto. Porque "todo el mundo lo hace"
Lo malo de lamer culos es que llega un momento en que todo te sabe a culo y aunque consigas cosas por ti mismo no podrás disfrutarlas porque te seguirán sabiendo a culo.
- ¿Te gusta la sopa?
- Me sabe a culo.
Supongo que si eres un lameculos, te habrás sentido ofendido por este comentario. Bien, no me hagas la pelota; de mí no vas a obtener nada. Búscate un buen par de nalgas a las que adorar  y se te pasará el disgusto.
Si desprecias a los lameculos tanto como yo, comparte esta reflexión. Aunque no te ilusiones; ni vamos a cambiar el mundo ni su forma de pensar porque, en definitiva, "hay que ser listo".

miércoles, 27 de junio de 2012

El fin de la crisis

No voy a ser yo el iluminado que presuma de haber encontrado la solución para salir de la crisis; los que me conocéis sabéis que ando algo mal de la cabeza, pero no tanto.
Recuerdo un documental de Michael Moore, "Bowling for Columbine"; ganó el Oscar y conmocionó al mundo entero. Narraba la masacre en un instituto americano, y analizaba por qué en Estados Unidos, sucesos como ése eran más frecuentes que en otras sociedades del primer mundo. Culpaba al Poder y a los medios de comunicación por aterrorizar al público, por contribuir a crear un estado de paranoia colectiva que fomentaba la compra de armas y la inversión en costosísimos sistemas de seguridad, por generar en los espectadores una necesidad morbosa por recibir noticias luctuosas ... De una forma masoquista, necesitaban saber que podían encontrar la muerte en cualquier aparcamiento o supermercado, que cualquier domingo un loco podía entrar en la hamburguersería en la que estaban comiendo con su familia y llevárselos a todos por delante. 
En definitiva, entre todos habían creado el negocio del miedo y lo estaban exprimiendo: porque el terror resulta muy rentable. 

Lo que está sucediendo ahora no me parece muy distinto. La prensa rosa está de capa caída (gracias a Dios) y nuestro deporte no para de generar noticias positivas; ya no hay que inventárselas para vender periódicos (los típicos bailes de traspasos, fichajes y movimientos a que nos tenían acostumbrados cada verano y que, llegado el momento de la verdad, nunca acababan de culminarse). La información económica ha ocupado su lugar. 
A cualquier hora, en cualquier medio de comunicación, se habla de economía. Da igual cuándo enciendas la radio; desayunarás con una tertulia económica, merendarás con los vaivenes del Ibex 35 antes de su cierre, cenarás con otro debate económico... Y toda la programación aderezada con datos ominosos sobre la prima de riesgo, los mercados europeos, los miles de millones de un rescate que nunca acaba de llegar...y la palabra mágica, la que más miedo da: el futuro.
Estudié CCEconómicas aunque no terminé la carrera; me aburrí, me cansé y comprendí que estaba desperdiciando mi vida... Recuerdo a un broker de Bolsa que vino a darnos una conferencia; el tipo encendía un cigarrillo con otro (era la época en que los profesores podían fumar), sufría varios tics, parecía siempre a punto de tener que decidir si cortaba el cable rojo o el azul (y sólo estaba dando una charla a un par de cientos de estudiantes en la Universidad Complutense)... Nos habló del caos en el que se había convertido su vida y del tremendo estrés que padecía porque (y estas palabras cambiaron el rumbo de mi vida) 
            Un economista JAMÁS sabe lo que va a ocurrir mañana pero es un experto explicándote lo que sucedió ayer.

Concluyó: ¿creéis que si yo tuviera la más mínima idea de qué va a pasar mañana, si supiera con certeza cómo iban a responder los mercados, iba a estar aquí? Pero soy muy bueno explicándoles a los inversores por qué han perdido su dinero; la caída en los datos de demanda interna han provocado una fluctuación en el consumo bla, bla, bla, bla... el desplome en la apertura de la Bolsa de Tokyo sumado a la tasa de inflación en USA bla, bla, bla...

La próxima vez que escuchéis una tertulia económica olvidaos de lo que dicen y prestad atención solo al reparto de papeles; siempre hay un agorero que cree que el fin es inminente, otro que habla de la necesidad de un rescate (es otra palabra que no puede faltar) y lo ve como algo positivo, el que lo encuentra como algo muy negativo, el que piensa que el gobierno está dando palos de ciego, el que culpa a la herencia anterior... Siempre. Y no es casualidad; el reparto de papeles está estudiado.
Porque es un teatro.
El teatro del miedo en el que todos somos espectadores y actores. 


Desde hace un mes no escucho ni leo nada relacionado con la economía (como hacíamos todos antes) y ¿sabéis qué? Mi calidad de vida es mejor. Sigo con mi rutina diaria, continúo relacionándome con mis amigos y duermo a pierna suelta. Ayer eché gasolina de 95 octanos a 1,34 € el litro. En el mes de marzo su precio era de 1,52€. Pero este tipo de dato ahora no interesa, porque no es negativo. 
Sé que el que lea esto y se haya quedado en el paro o esté luchando por encontrar su primer trabajo pensará que soy un imbécil; lo entiendo. 
Pero realmente creo que tengo razón. 
Yo, limitaría a 30 minutos diarios la información económica para cada medio de comunicación. Sólo media hora de nuestras vidas, y ya me parece mucho. 
Pensad en las enfermedades. Todos los días mueren millones de personas en el mundo. ¿Os imagináis que la información médica inundara nuestras vidas?: ¿Sabe usted cuántos tipos de bacterias puede haber en una sola gota de agua? ¿Sabe cuántas personas han viajado a la India y han contraído malaria, lepra o tifus? ¿Tiene idea de cuánta gente muere de gripe al año? 
¿Os acordáis del negocio que se montó alrededor de la gripe A? Yo recuerdo a una monja, licenciada en inmunología; denunció que todo era un montaje global y que, en realidad, se trataba de una cepa de gripe menos peligrosa que la de otros años. También recuerdo a los medios de comunicación españoles, despellejándola, riéndose de la monja médica... Sin embargo, cuando todo se destapó, no encontré rectificaciones por ningún lado... Ya no interesaba. Eso sí, por el camino, las farmacéuticas se habían forrado.
¿QUÉ OS HACE PENSAR QUE TODO ESTO ES DIFERENTE?

lunes, 21 de mayo de 2012

ETERNAMENTE AGRADECIDO, DOCTOR HOUSE

Aviso: no contiene spoilers. 

Sé que a más de uno os puede resultar exagerado el tono de esta entrada; lo entendería. Si yo leyera algo así escrito por otra persona es muy probable que pensara lo mismo. 
Hoy es lunes, 21 de mayo de 2.012. Esta noche en USA, madrugada del día 22 en España, se emitirá el último episodio de House. Fox España lo emitirá en directo con subtítulos, como ya hiciera con Perdidos, a las 6.30 de la mañana.
Para los que vais un poco rezagados con la serie, ya sea por Fox en español (aún faltan cuatro capítulos para llegar al desenlace) o a través de Cuatro (creo que las cuentas son más o menos las mismas), sólo deciros que os preparéis para lo que llega. Y hasta ahí puedo leer. 
Hoy es un día extraño; estoy superado por una mezcla de angustia y desolación. Durante 8 temporadas he sido un fiel seguidor de la serie (no me he perdido ni un solo capítulo), tengo todos los dvds , y he vivido cada final de temporada como entendía que se merecía. He discutido tramas con algunos de mis mejores amigos; las ha habido hilarantes, duras, metafísicas...  Extraordinarios guiones y magníficos actores que han dado el do de pecho a lo largo de este viaje y me han hecho reír y llorar.
Quizá no he sido del todo consciente pero House ha llegado a formar parte de mi vida de una forma que ha ido mucho más allá de un simple ritual semanal, una cita ineludible... Sus personajes han traspasado la pantalla y se han convertido en parte de mi equipaje. Sé más sobre el doctor Wilson, Foreman, House, Cuddy, Chase, 13, Taub... que sobre muchas personas reales que hay en mi vida. En momentos duros, cuando todo parecía ir cuesta arriba, he encontrado consuelo en las alocadas ideas del doctor House, en su extraordinaria amistad con el doctor Wilson y en las tramas de las personas que trabajan en el Princeton-Plainsboro porque de eso trata la serie, no de enfermedades raras. 
Como actor, admiro el trabajo de todo el reparto pero muy especialmente de Hugh Laurie y  de Robert Sean Leonard; como escritor, la maestría de sus guiones; como aficionado a la música, la calidad de su banda sonora. Ni qué decir tiene que me levantaré de madrugada para vivir ese último capítulo. Aunque, y no sé si me entenderéis, al mismo tiempo acabará de abrirse un enorme vacío en mi interior que ya ha comenzado a desgarrarse: imaginad lo que habéis sentido al acabar una novela de 1.000 páginas que os ha atrapado y cautivado durante un par de meses y multiplicad ese efecto por 20, 30 ó 50. 
Me consuela pensar que no estoy loco porque tengo a varios amigos en la misma situación. ¡Dios nos cría y nosotros nos juntamos!
Gracias a todo el equipo de House por hacernos disfrutar como nunca antes durante estas ocho magníficas temporadas. Os echaremos de menos. ¿Qué será de nosotros cuando House se haya ido? 
Y para concluir, otra nota. Ha habido varios capítulos (Tres historias, el doble capítulo del autobús, el derrumbe de la casa, el desenlace de la adicción a la vicodina, el paso por el psiquiátrico, el tribunal médico, un par de los últimos de esta temporada...) que me han hecho sentir orgulloso de que otros artistas, otros seres humanos, en definitiva, pudieran haber creado algo tan maravilloso. Y más de una vez, con lágrimas en los ojos, he pensado: algún día quiero llegar a sentirme así por mi trabajo.
Espero llegar a conseguirlo. 
Siempre nos quedará House.
GRACIAS.

lunes, 2 de abril de 2012

¡Mmmm!...¿Qué colonia bebes?

Hace dos meses que no subo nada a este blog; he escrito entradas pero no las he llegado a publicar. ¿Por qué? La respuesta es muy curiosa; para ubicarla en el tiempo tenemos que retroceder hasta la primera semana de febrero. 
Un amigo, uno de los mejores cómicos de España, me dijo durante el transcurso de una conversación telefónica que seguía con mucho interés todo lo que escribía en mi blog y me felicitó por la sinceridad y el valor que demostraba hablando de ciertos temas en los artículos más recientes. Admitía que él no se veía capaz de hacer algo así. 
Agradecí su comentario y revisé las entradas a las que se refirió. Sí, había tocado temas sensibles (la muerte de un ser querido, la impunidad del anonimato, el sacrificio de aquellos que sufren en silencio la enfermedad de los que los rodean...) pero también escribí sobre la Navidad (con cierta melancolía), el romanticismo... 

En cualquier caso, aquel comentario me hizo contemplar este blog de forma diferente. Comencé a creer que otras personas podían considerar importante lo que yo escribía (que no dudo que en algún caso sea así) y dejé que esto me condicionara (grave error). Decidí elegir muy bien mi siguiente artículo para no defraudar a nadie. El resultado: dos meses sin agregar nada.
Sin darme cuenta había traicionado el espíritu que me llevó a crear este blog, el de compartir con vosotros  todo aquello que me viniera a la cabeza, ya fueran chorradas, proyectos, estados de ánimo, ilusiones o decepciones. Me dijeron que lo que hacía era importante Y ME LO CREÍ, lo que contradice la frase que reza al comienzo de la página y que pretende ser una declaración de intenciones: pocas cosas tienen tanta importancia como creemos. 
Por suerte, mi vocecita interior, esa que a veces me mete en líos, me dijo anoche: Nadie ha echado en falta tus artículos, amigo Juan. Nadie te ha pedido que escribas nada nuevo ni se ha lamentado porque hayas dejado de hacerlo. No te han echado en falta, muchacho... No, no meas colonia.

Ahora comprendo mucho mejor a esas personas (compañeros de esta profesión o miembros de cualquier otra) que cuando alcanzan el éxito (aunque solamente lo rocen con la yema de los dedos y de una forma efímera) se convierten en auténticos gilipollas. 
Y también me permite valorar mucho más a aquellos que, habiéndose convertido el triunfo en algo habitual en sus vidas, siguen siendo las mismas personas que conocimos tiempo atrás, sin permitir que se les suba a la cabeza.


 

domingo, 29 de enero de 2012

TAL CUAL

Una amiga de la familia ha fallecido este fin de semana; tristes y muy dolorosos los últimos días de su vida. Ha demostrado gran valor y entereza para afrontar una sentencia de muerte segura: ELA. Una enfermedad extraña y compleja para la que no existe cura y que, tarde o temprano, se lleva a todos aquellos que toca con su garra helada. En su caso, fue fulgurante. Se lo diagnosticaron la primera semana de octubre y hasta aquí ha tenido fuerzas para luchar. Pocos días antes de morir, ella recordaba junto a mi madre que la última cosa que había podido hacer, una vez le diagnosticaron la enfermedad, fue ir a ver La cena de los idiotas con Agustín Jiménez y conmigo en el papel de anfitrión. Lo disfrutó mucho, se rió y durante dos horas conseguimos que se olvidara de su terrible enfermedad.
Cuando me lo contaron, me emocioné.
Amigos míos no han entendido nunca cómo puedo soportar los insultos gratuitos en mi colaboración semanal de Marca. Pues porque son cuatro frustrados que encuentran amparo en el anonimato y que lo único que buscan es algo de notoriedad para sus tristes vidas. Porque, por cosas como la que os acabo de importar, me importan una mierda sus insultos. 
Me gusta pensar que con mi humor contribuyo a que algunas personas sean un poco más felices.