Bienvenidos

Pocas cosas tienen tanta importancia como creemos

miércoles, 27 de junio de 2012

El fin de la crisis

No voy a ser yo el iluminado que presuma de haber encontrado la solución para salir de la crisis; los que me conocéis sabéis que ando algo mal de la cabeza, pero no tanto.
Recuerdo un documental de Michael Moore, "Bowling for Columbine"; ganó el Oscar y conmocionó al mundo entero. Narraba la masacre en un instituto americano, y analizaba por qué en Estados Unidos, sucesos como ése eran más frecuentes que en otras sociedades del primer mundo. Culpaba al Poder y a los medios de comunicación por aterrorizar al público, por contribuir a crear un estado de paranoia colectiva que fomentaba la compra de armas y la inversión en costosísimos sistemas de seguridad, por generar en los espectadores una necesidad morbosa por recibir noticias luctuosas ... De una forma masoquista, necesitaban saber que podían encontrar la muerte en cualquier aparcamiento o supermercado, que cualquier domingo un loco podía entrar en la hamburguersería en la que estaban comiendo con su familia y llevárselos a todos por delante. 
En definitiva, entre todos habían creado el negocio del miedo y lo estaban exprimiendo: porque el terror resulta muy rentable. 

Lo que está sucediendo ahora no me parece muy distinto. La prensa rosa está de capa caída (gracias a Dios) y nuestro deporte no para de generar noticias positivas; ya no hay que inventárselas para vender periódicos (los típicos bailes de traspasos, fichajes y movimientos a que nos tenían acostumbrados cada verano y que, llegado el momento de la verdad, nunca acababan de culminarse). La información económica ha ocupado su lugar. 
A cualquier hora, en cualquier medio de comunicación, se habla de economía. Da igual cuándo enciendas la radio; desayunarás con una tertulia económica, merendarás con los vaivenes del Ibex 35 antes de su cierre, cenarás con otro debate económico... Y toda la programación aderezada con datos ominosos sobre la prima de riesgo, los mercados europeos, los miles de millones de un rescate que nunca acaba de llegar...y la palabra mágica, la que más miedo da: el futuro.
Estudié CCEconómicas aunque no terminé la carrera; me aburrí, me cansé y comprendí que estaba desperdiciando mi vida... Recuerdo a un broker de Bolsa que vino a darnos una conferencia; el tipo encendía un cigarrillo con otro (era la época en que los profesores podían fumar), sufría varios tics, parecía siempre a punto de tener que decidir si cortaba el cable rojo o el azul (y sólo estaba dando una charla a un par de cientos de estudiantes en la Universidad Complutense)... Nos habló del caos en el que se había convertido su vida y del tremendo estrés que padecía porque (y estas palabras cambiaron el rumbo de mi vida) 
            Un economista JAMÁS sabe lo que va a ocurrir mañana pero es un experto explicándote lo que sucedió ayer.

Concluyó: ¿creéis que si yo tuviera la más mínima idea de qué va a pasar mañana, si supiera con certeza cómo iban a responder los mercados, iba a estar aquí? Pero soy muy bueno explicándoles a los inversores por qué han perdido su dinero; la caída en los datos de demanda interna han provocado una fluctuación en el consumo bla, bla, bla, bla... el desplome en la apertura de la Bolsa de Tokyo sumado a la tasa de inflación en USA bla, bla, bla...

La próxima vez que escuchéis una tertulia económica olvidaos de lo que dicen y prestad atención solo al reparto de papeles; siempre hay un agorero que cree que el fin es inminente, otro que habla de la necesidad de un rescate (es otra palabra que no puede faltar) y lo ve como algo positivo, el que lo encuentra como algo muy negativo, el que piensa que el gobierno está dando palos de ciego, el que culpa a la herencia anterior... Siempre. Y no es casualidad; el reparto de papeles está estudiado.
Porque es un teatro.
El teatro del miedo en el que todos somos espectadores y actores. 


Desde hace un mes no escucho ni leo nada relacionado con la economía (como hacíamos todos antes) y ¿sabéis qué? Mi calidad de vida es mejor. Sigo con mi rutina diaria, continúo relacionándome con mis amigos y duermo a pierna suelta. Ayer eché gasolina de 95 octanos a 1,34 € el litro. En el mes de marzo su precio era de 1,52€. Pero este tipo de dato ahora no interesa, porque no es negativo. 
Sé que el que lea esto y se haya quedado en el paro o esté luchando por encontrar su primer trabajo pensará que soy un imbécil; lo entiendo. 
Pero realmente creo que tengo razón. 
Yo, limitaría a 30 minutos diarios la información económica para cada medio de comunicación. Sólo media hora de nuestras vidas, y ya me parece mucho. 
Pensad en las enfermedades. Todos los días mueren millones de personas en el mundo. ¿Os imagináis que la información médica inundara nuestras vidas?: ¿Sabe usted cuántos tipos de bacterias puede haber en una sola gota de agua? ¿Sabe cuántas personas han viajado a la India y han contraído malaria, lepra o tifus? ¿Tiene idea de cuánta gente muere de gripe al año? 
¿Os acordáis del negocio que se montó alrededor de la gripe A? Yo recuerdo a una monja, licenciada en inmunología; denunció que todo era un montaje global y que, en realidad, se trataba de una cepa de gripe menos peligrosa que la de otros años. También recuerdo a los medios de comunicación españoles, despellejándola, riéndose de la monja médica... Sin embargo, cuando todo se destapó, no encontré rectificaciones por ningún lado... Ya no interesaba. Eso sí, por el camino, las farmacéuticas se habían forrado.
¿QUÉ OS HACE PENSAR QUE TODO ESTO ES DIFERENTE?